No hace falta mirar sus cifras para notar que todo está pensado al detalle. El nuevo motor bóxer de 1.300 cc es más compacto y ligero, con 145 CV y 149 Nm de par. Lo que impresiona no es la potencia en sí, sino cómo la entrega: suave, precisa y siempre disponible. Empuja con fuerza desde abajo, pero sin agresividad, y mantiene esa sensación de equilibrio que solo el bóxer de BMW sabe ofrecer.

El chasis también cambia por completo. Ahora el motor forma parte estructural del conjunto, lo que reduce peso y mejora la rigidez. En marcha se nota: la moto entra en curva con naturalidad, se mantiene firme a alta velocidad y responde con una precisión casi quirúrgica. La suspensión electrónica hace su parte, adaptándose de manera casi imperceptible al tipo de conducción y al estado del asfalto.

La ergonomía está pensada para pasar muchas horas encima sin cansancio. La protección aerodinámica es real, no decorativa. Puedes mantener un ritmo alto durante kilómetros y kilómetros sin sentirte agotado. Es la combinación justa entre deportividad y confort, algo que pocas motos logran equilibrar tan bien.

La electrónica acompaña, no interfiere. Modos de conducción, control de tracción, ABS en curva y cambio rápido trabajan en silencio, sin romper la conexión entre piloto y máquina. Todo transmite solidez, pero también una sensación de finura mecánica que refuerza la confianza.

Visualmente, la R 1300 RS ha ganado presencia. Líneas más limpias, faro delantero más integrado y un diseño que combina elegancia y carácter. No busca ser llamativa, pero termina siéndolo por pura coherencia.

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